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- Created: 12 Novembro 2008 12 Novembro 2008
"La aventura equinoccial del Tío Diekt"
Finalmente as memorias do noso melancólico Barón Von Mark chegan ao seu merecido final co Capítulo IV, o Capítulo Perdido, a obra maestra que durante longos anos andivo olvidada ata que unha cuadrilla de ex-criminais de guerra nazis especialmente contratados por camarinas.eu para a ocasión deu con eles nas catacumbas dun castillo enclavado na Vieja Baviera. Estes canallas que hasta o IVA nos cobraron e que nin só peliño dos seus mostachos hitlerianos poden amosar sin risco de ser devorados vivos por cazadores de recompensas xa andan polas junglas de Sudamérica á busca de novos e hipotéticos manuscritos do noso Barón. Un capítulo final no que este antigo membro da nobleza xermánica fala de certo acontecemento que transplantado no tempo e no espacio parece coincidir misteriosamente punto por punto co acontecido nunha extinta asociación de Camariñas hai uns poucos anos...
El Coronel General don Temístocles Guindilla de la Vega arengó desde su encabritado caballo en patriótico y conmovedor tono a sus muchachos:
- ¡No se me rajen, carajos! ¡Denle una buena balasera a esos pinches gachupines, métanle bala a esos godos pendejos! ¡Que caten la medisina de plomo de la patria!
- Coroneles, dispongan los pertrechos, y llévenme a estos valientes a la victoria o a la muerte (debe hacerse notar que, si bien la sabiduría del Maestro era infinita e insondable, éste no utilizaba más de 100 palabras en sus pláticas cotidianas, y en especial le gustaba la palabra "pertrechos", sin duda debido a que en la época de la Guerra Civil Española, el Maestro, siempre luchando a favor de la República, por la democracia, la libertad y los derechos humanos, debió permanecer oculto con sus pertrechos en las cuevas que se encuentran bajo el más hermoso de los faros, el de Camariñas, hallándose comisionado en la lucha a favor de la moribunda República española por uno de sus viejos amigos, ese gran demócrata que siempre fue el bueno del tío Joe, queremos decir Iossif Stalin).

Se mascaba la tragedia en la loma heroica. Después de esta inminente batalla en aquellas tierras australes el mundo ya no sería el mismo. Los coroneles a los que se refería el Tío Diekt, éramos nosotros sus discípulos, que formábamos el Estado General Mayor del Ejército Libertador de la Patria, y que nos afanábamos en torno a una mesa con los mapas de aquellas tierras que pronto serían regadas por la sangre de aquellos titanes, de aquellos Escipiones.
El Coronel Lou Kech, conocida su afición por el diálogo y el entendimiento, quería a toda costa evitar (después se vería que equivocadamente) la batalla, y fuera de sí gritaba histéricamente:
- Hijitos, hijitos, la diplomacia, mmm, la diplomacia.
El otro Lou, Kasteladze, o también conocido como "Lou el Joven", temía una emboscada traicionera por parte de no se sabe qué grupo parapetado tras unas ortigas que por allí había, y se desgañitaba advirtiendo :
- La guerrilla, mmm, la guerrilla.
Frío como el acero, daba por descontada la victoria, y ya anticipaba las futuras reformas monetarias que habría que acometer, por ello flemáticamente constataba el Tío Karl :
- La economía, mmm, la economía .
Sin duda pensando como un auténtico padrazo en la educación de todos los hijos de aquellos cientos de miles de hombres que habría que fusilar una vez en el poder, Giovanni de Andretti, el viejo profesor, advertía :
- La cultura, mmm, la cultura.
Finalmente, yo. Nunca, ustedes lo saben, he sido yo un hombre de acción, más bien como bien decía Pío Baroja me encuadraba entre la especie de los hombres teóricos, aquellos que a fuerza de darle infinitas vueltas a cada situación, acaban por perder la perspectiva y no hacer nada, paralizados por las dudas. Por ello, achicado por la grandiosidad del momento, y para evitar que nadie me echase en cara en un futuro no muy lejano alguna de mis innumerables estupideces, opté por el silencio.
La batalla en verdad fue homérica, grandiosa, ciclópea, sangrienta. Fue digna hija de las Termópilas, de Lepanto, de Waterloo, un nuevo Stalingrado. La tierra se regó con los flujos humanos. Al parecer, murieron dos caballos, reventados por la huida, y un soldado enemigo se hirió en una rodilla. Según nos contaron posteriormente así eran las batallas por aquellas tierras equinocciales ("che, soldado que huye, vale para otra guerra"). Por ello cuando entre las filas enemigas corrió el rumor de que al mando de las tropas libertadoras se encontraba el mismísimo General Diekt, "El Conquistador de los Equinoccios", una epidemia de cagalera líquida (con perdón) se extendió por sus filas, e incluso su general en jefe, el ya mencionado don Temístocles, le dijo a su segundo, el Mayor Nepomuceno Gutierres Ñanduí :
- ¡Ay compadre, vámonos, nomás que nos liquidan!

O tio Diekt captado durante un dos momentos da máis grande batalla da historia da democracia
Pero tal vez, debamos retrotraernos en el tiempo. El Maestro, ustedes lo saben, siempre fue un hombre de acción, un auténtico caudillo, un líder de masas, hasta entonces sólo femeninas, y decidió ir más allá, decidió que cualquiera de las repúblicas bananeras que arrastraban su tropical existencia en aquellas tierras australes sería el lugar ideal para llevar a la práctica sus teorías. El Tío Diekt se propuso como meta redimir a la indiada, la negrada y la gringada (léase, la italianada) de su soleado malvivir, y por ello, arreglándose la corbata ante el espejo de la habitación de burdel en la que acababa de realizar otra de sus proezas amatorias, sentenció:
- Realmente, he estado pensando en un cambio de escenario. Algo más tropical, zona selvática, con palmeras: la América hispana, allí podremos operar durante años.
Dicho esto, se puso un apolillado y deshilachado poncho sobre sus hombros titánicos, hercúleos, y tras calarse hasta sus cejas, finas como un antílope, un sombrero mexicano, cogió la espada que había llevado un antepasado en la Guerra de Cuba, y señalando hacia occidente, dijo aquella frase que después tomaría como lema el ejército soviético en su imparable avance de 1945 hasta este mi castillo de la Vieja Baviera:
- ¡Adelante! ¡Hacia el Oeste!
Y así llegamos hasta la República de San Marcos del Chiriquitay. La verdad es que la gente de aquellas latitudes ecuatoriales no valía gran cosa. En especial recuerdo el caso de alguna de sus mujeres: bastante oronda, rolliza, de abundantes grasas corporales, que se pasaba el día fumando, tomando café, siempre con sus órganos reproductores en horizontal posición sobre mullidos sofás. Pero en general, las mujeres de aquellas latitudes eran grandes mujeres, de gran talento e inteligencia despierta, con iniciativa y empuje, ideales para llevar los asuntos del buen gobierno, bastante mas capaces que los varones que por allí deambulaban.
Después de la histórica victoria en "La batalla de la colina heroica", el Tío Diekt hizo su entrada en la capital de la nación como un moderno Hernán Cortés, como un nuevo Pizarro. Apuesto, marcial, varonil, a caballo, parecía fundirse mismamente con el corcel en un mítico centauro, en este caso, de la jungla y no del desierto. Desde los balcones las multitudes (en especial el elemento femenino) arrojaban flores, vítores, odas y versos al nuevo Napoleón:
- ¡Viva el putero-y-fodón Tío Diekt! ¡Viva el Presidente Constitusional de la República! ¡Que viva la Patria, pues! ¡Ahorita están vensidos los sinvergüensas! ¡Que paguen, que paguen su antipatriótica neglijensia, che!.
El Maestro, una vez constituido como Presidente perpetuo de la República Federal de San Marcos del Chiriquitay, empezó a servir a su nueva y amada patria. El nuevo lema de la nación pasó a ser una de las viejas consignas del Maestro: "Traballo e Jarrote", que oportunamente se puso en el escudo de armas nacional, representado por un papagayo que chupaba de una paja metida dentro de un vaso de tubo. Siempre pensando en el bienestar de sus súbditos y en el progreso de la patria, instauró la jornada de trabajo obligatoria de 16 horas, esto para los hombres, y en un gesto magnífico para el movimiento de liberación femenino, para éstas de 18. Fue el Maestro, sin duda, un pionero de las políticas de discriminación positiva en favor de la mujer, ya que el Tío Diekt consideraba desde antiguo que a las mujeres les gusta encontrarse allí donde esté la acción. Además, se dedicó con mucho arte, brío y fruición a pasar por las armas a la mitad de la población masculina del país, con el fin de prevenir futuros brotes subversivos. Pero si por una parte el Maestro liquidaba a media patria, por la otra, se dedicaba en persona a mantener el equilibrio demográfico mediante una labor de inseminación masiva de grandes muchedumbres femeninas. Ante el acierto de tales medidas, incluso el anterior presidente constitucional, el Lisensiado Don Aristóteles Plinio de Mendoza, que había alcanzado el récord de durar 4 semanas en la jefatura de la nación, murmuró emocionado y agradecido frente al pelotón de fusilamiento:
- Duro, pero justo.
También el Tío Diekt fue unos de los pioneros en instaurar el "Culto a la personalidad", como posteriormente reconocería el propio y antes mencionado Iossif Vissariónovich Stalin ("El me lo enseñó todo", diría años después el Padre de los Pueblos). Miles de retratos del Maestro sembraron hasta el último rincón de la república. En ellos también se nos podía ver a nosotros, sus coroneles, en especial al Coronel Lou Kech, siempre su mirada de fuego, de valiente, invariablemente fija en el objetivo, pero el Maestro solía salir distraído en las fotos. Y precisamente, ¡ay amigos!, en una de aquellos y propagandísticos retratos se cavó nuestra tumba: el Tío Diekt, como un bendito que era miraba despreocupado en aquel infausto retrato, mientras dos de sus generales, uno de cuyo nombre no me acuerdo pero cuyo apellido aludía a un derivado de los lácteos (éste promocionado personalmente por el Maestro) y su adjunto en el mando, clavaban en el objetivo sus ojos como las fauces de un lobo famélico en un triste corderillo, anticipando sus futuras intenciones.

Dirixíndose ás masas nun dos seus máis famosos discursos dende o Palacio Presidencial da República
Después de aquello, la Revolución no se hizo esperar. Deseperado, el más demócrata de los hombres quiso contener a las muchedumbres enfurecidas desde el balcón del Palacio Presidencial :
- ¡Siudadanos !¡Siudadanos! ¡La Patria está en peligro!
- ¡Siudadanos, no se me insurrecsionen!
- ¡Siudadanos, polemisen pero no subversionen! ¡¡Vuelvan al laburo, carajo!!
Pero las masas estaban desencadenadas. Tuvimos que poner pies en polvorosa y correr como auténticos atletas olímpicos para salvar el gaznate. Y querrán ustedes creer que nadie salió a defendernos, salvo una espontánea guardia de corps, formada por todas aquellas bellas zagalas, aquellas dionisíacas y erógenas adolescentes que habían disfrutado de las mieles del Tío Diekt, y que luchaban para evitar la huida de la fuente de su dicha, de la razón de su vivir, del padre de sus futuros churumbeles. Sí, amigos, así como al Gobierno Provisional de Kérenski en octubre de 1917 sólo fue defendido del asalto de las salvajes hordas bolcheviques por un batallón de mujeres, así, este era su sino, le sucedió al Maestro. Ese fue el destino el de la Santa Madre Rusia y el de la República de San Marcos del Chiriquitay: depender su última oportunidad de democracia, progreso y libertad de un puñado de féminas adolescentes.
Después, ya en el exilio, pobres como ratas, leímos en los periódicos que el nuevo gobierno tampoco había durado mucho más. Si bien en honor a la verdad, hay que reconocer que se fueron del cargo con bastante más dignidad que nosotros, incluso podría decirse que por su propio pie, y no, digo, como nosotros que fuimos literalmente corridos a gorrazos. Licenciados con deshonor.
Y así nos vimos malviviendo en el París de los refugiados, de los exiliados, derrotados, desprestigiados, compartiendo destino con todos aquellos que antes de la Revolución de Octubre eran condes, duques, príncipes en la Rusia de los Zares y ahora trabajaban de camareros, de taxistas. Eso ellos, ellas en lo de siempre pero previo pago al contado. Y en las horas que antecedían al alba, siempre se nos podía encontrar en situaciones a las que se podía aplicar, punto por punto, lo que le sucedía a la protagonista del célebre tango del más grande de los cantantes, y durante un tiempo súbdito nuestro, Carlos Gardel:
"Sola, fané, descangayada, la vi esta madrugada salir de un cabaret ..."
P.D.: Pois chegaron á súa fin as andanzas literarias do Barón Von Mark. ¿Quen sabe si estas memorias, deudoras como os nosos intelixentes lectores xa notaron de grandes obras como "Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito..." de Ilyá Ehremburg, a gran e olvidada "El Conquistador de los Trópicos" do galego de Iria Flavia Nicasio Pajares, ou "La aventura equinoccial de Lope de Aguirre" de Ramon J. Sender, volven no futuro como resultado das pesquisas deses renegados contratados pola redacción de camarinas.eu? En fin, queridos lectores, non é que fora moi correcto políticamente este home pero todo esto foi escrito hai catro anos e o tempo pasa...
Comentarios
Seguín fielmente cada capítulo das memorias do barón e ningún deles me defraudou.
Unha pena que ó barón se lle acaben as memorias tan pronto.....eu creo que facendo un pequeno esforzo, seguro que recordará alguna das múltiples batallas das que formou parte, e así poderá seguir deleitándonos cas suas divertidas, inxeniosas, sarcásticas e disparatadas historias!
Parabéns!
Baron mark si chejastes o final cas tuas andanss rusas buca outro tipo de andansas para sejir leendoche, si son camariñanas valen tamén.
Camariñas hai uns poucos anos.
TODOS DESIDES QUE AS MEMORIAS DESE BARON VON MARK SON UNHA MARAVILLA, POIS AUNQUE SEA A UNICA TEÑO QUE DESIR QUE VAIA BASURA ,SI TODOS OS HOMES E REPITO DIJO HOMES,QUE ESCRIBIDES NESTA PAXINA FORADES A MITAD DE MACHISTAS DO QUE ESCRIBIO TAL ANIMALADA NUNCA MAIS LLES MIRARIA A CARA NIN ME DIGNARIA A DIRIXIRLLE A PALABRA .DI ESTE PERSONAJE,lAS PERSONAS DE ESTE PUEBLO NO VALIAN NADA EN ESPECIAL LAS MUJERES algunas de éstas se pasaban el día fumando, tomando café, siempre con sus órganos reproductores en horizontal posición sobre mullidos sofás. ... instauró la jornada de trabajo obligatoria de 16 horas, esto para los hombres, y en un gesto magnífico para el movimiento de liberación femenino, para éstas de 18...se dedicaba en persona a mantener el equilibrio demográfico mediante una labor de inseminación masiva de grandes muchedumbres femeninas...Tri ste destino el de la Santa Madre Rusia y el de la República de San Marcos del Chiriquitay: depender su última oportunidad de democracia, progreso y libertad de un puñado de féminas. ,NON SEI QUEN E O QUE ESCRIBIO ESTO,ESPERO NON FORAS TI DIEGO,PERO A QUEN O ESCRIBIO DIJOLLE QUE EU SON NAI DUN MIEMBRO DESA EXTINTA ASOSIASION E A MUITA HONRA AUNQUE PA ESE ESCRITOR SEA O CONTRARIO E NON DIJO MAIS ,QUE PODRIA SI QUIXERA ,PERO O MELLOR LOJO CANDO O LEA ARREPINTOME ........... UNHA COUSA SI VIVAN AS MULLERES DAS BALEAS ..............B ASURA MACHISTA
son impresionantes, se lle ve cultura e estilo. Bravo redactor, eres único
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